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Clawing for some bravery

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Mensaje por Adrian Vaughn Sáb Dic 07, 2019 12:06 am
Desde que había ingresado en el Grupo de Élite, se encontraba cada vez más situaciones como esta: cenas con peces gordos, galas benéficas, charlas públicas… Todo tipo de acontecimientos sociales que durante toda su vida había hecho lo posible por evitar. Al final, pertenecer al Cuerpo de Élite era casi más politiqueo que trabajo de campo. Y eso lo irritaba, porque nunca había sabido —ni le gustaba hacerlo— tratar con gente. Menos aún con la que mentía por sistema.

Era parte de su trabajo y, como tal, se encargaba de hacerlo lo mejor posible.

Eso no quería decir que no aprovechara pequeños momentos en los que “desaparecía” misteriosamente del evento en cuestión. Como en ese momento.

No había bebido casi nada en toda la noche y aprovechó la excusa para dirigirse a donde estaba el catering, en una de estancias adyacentes al gran salón de aquel hotel carísimo que tanto le gustaba al Primer Ministro y que siempre reservaba para ese tipo de galas. El ir y venir frenético del personal, tanto trabajadores del hotel como del catering, le suponía casi un respiro en comparación con la falsa calma que se respiraba entre los asistentes a la gala. Esa tensión constante que le obligaba a sonreír y medir absolutamente todo lo que decía o hacía lo agotaba mucho más.

Casi estaba tentado a ponerse un uniforme y ofrecerse a ayudar al personal.

Se dirigió directamente a las cocinas, donde los entremeses se preparaban y se servían a una velocidad vertiginosa, y se apoyó en una de las encimeras, obviando las miradas de curiosidad que algunos le lanzaban. Pero nadie preguntó nada, porque en esos momentos tenían otras prioridades. Era curioso lo fácil que un tiparraco de 1,90 como él se podía convertir en invisible en según qué entornos. Y así por lo menos, entre el ruido de platos, vasos y voces varias, podía descansar unos instantes.


Última edición por Adrian Vaughn el Miér Abr 08, 2020 10:16 pm, editado 1 vez
Adrian Vaughn
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Adrian Vaughn
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Mensaje por Selene A. Malberg Lun Dic 30, 2019 11:01 pm
Empezaba a marearse, y eso no era bueno. Las voces de los invitados a aquella gala de recaudación de fondos para las instituciones de crianza empezaban a mezclarse entre ellas, sin que fuera del todo capaz de distinguir las palabras, como si las oyera con la cabeza metida en una burbuja de agua, o de champán.

Si me disculpan un momento…—musitó esbozando una mínima sonrisa dirigida a los empleados del Ministerio de Defensa con los que había estado conversando y se retiró del corrillo.

Abandonó la copa de champán en la esquina de una mesa de las que rodeaban la gran sala del hotel y puso rumbo a algún lugar oculto donde pudiera respirar profundamente, contar hasta cien y recuperar la compostura.

La explosión de dorado que era en aquel momento Selene Malberg, con su cabello rubio recogido en un nido desordenado que se mantenía lejos de su rostro con una diadema y un ligero vestido flapper de un tono champán oscuro lleno de cuentas de cristal, acabó entrando en las cocinas sin que la chica siquiera procesara a dónde estaba yendo.

Sin mirar a nadie, intentando no llamar la atención pese a todo, se apoyó contra una esquina, con los ojos cerrados, notando en los oídos cómo le latía el corazón. Demasiado rápido. Demasiado fuerte.
Sólo necesitaba un segundo. Inspiró profundamente, llevándose una mano, más fría de lo normal, a la frente, que notaba caliente. Espiró despacio, estirando el cuello hacia atrás, escuchando el tintineo de las perlas del largo collar que llevaba contra las cuentas del vestido. Contuvo una náusea y volvió a inspirar.

Aquel no estaba siendo un buen día.

¿Podrían darme un vaso de agua, por favor?—pidió en un murmullo, aún sin abrir los ojos.
Selene A. Malberg
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Selene A. Malberg
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Mensaje por Adrian Vaughn Miér Ene 01, 2020 12:36 pm
Pronto estaba más calmado. El solo cambio de ambiente, esos segundos de paz en los que no tenía que fingir ni controlar cada gesto y cada palabra, hicieron que pronto se sintiera otra vez dueño de sí mismo. Pero aún no quería volver. No quería volver a sumergirse cuando acababa de respirar de nuevo.

Se dio cuenta tarde de que había entrado alguien más en las cocinas. Otro alguien que no encajaba, y que Adrian había asumido erróneamente que sería solo uno de los tantos camareros haciendo su trabajo. Por eso no levantó la cabeza hasta que escuchó esa voz conocida.

La hija del Ministro de Interior. Selene Malberg. Ya se la habían presentado, ya había hablado con ella. Una muchacha encantadora, pero…

Adrian sabía que dentro de ella había una oscuridad de la que ella misma no se daba cuenta. La sentía, porque era como la suya.

Suspiró. Y primero miró alrededor por si alguien era más rápido que él, pero al darse cuenta de que nadie parecía haberla oído, fue él mismo a llenar un vaso de agua y tendérselo sin una palabra.

No era bueno con las palabras.

Aunque le habría gustado ofrecerle algún consuelo, ahora que veía que claramente lo necesitaba.
Adrian Vaughn
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Adrian Vaughn
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Mensaje por Selene A. Malberg Lun Mar 30, 2020 8:38 pm
Respiró hondo una última vez antes de abrir los ojos en espera de que alguien hubiera atendido su petición, y lo primero en lo que se fijó fue precisamente en el vaso. Lo cogió, sin mirar más allá, centrándose en aquello que sentía necesitar tanto, y dio un pequeño sorbo antes de esbozar una mínima sonrisa y murmurar:

Gracias…

Tras dar un nuevo sorbo, abrió los ojos para volver a agradecer el gesto y parpadeó sorprendida, confusa y avergonzada al ver a Adrian Vaughn delante de ella justo mientras tenía casi un colapso emocional. Rápidamente se separó del mostrador, adoptando una postura más apropiada y ampliando la sonrisa para que fuera encantadora, como siempre se esperaba de ella.

Oh, Capitán Vaughn… No esperaba encontrarlo… Justo aquí de entre toda la fiesta…—comentó mirando alrededor y mordiéndose ligeramente el labio inferior durante sólo un instante— Muchas gracias por el agua y… disculpe por… bueno… la interrupción…
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Mensaje por Adrian Vaughn Miér Abr 08, 2020 10:50 pm
No contestó, limitándose a dejar escapar un pequeño sonido de confirmación, como única prueba de que había oído su agradecimiento. Y aunque había sido él el primero en entrar en las cocinas buscando un refugio entre el ajetreo de los camareros, se planteó dejarla sola, que era lo que probablemente quería. Lo que él mismo había buscado, también.

No le dio tiempo. El cambio se produjo ante sus ojos, cómo ella, al darse cuenta de quién tenía delante, recuperaba la postura y se serenaba, escondiendo detrás de una sonrisa toda la ansiedad que la había llevado a desarmarse momentos antes.

No sabía si sería apropiado decir lo que le rondaba la mente, pero sentía que era lo que la muchacha necesitaba escuchar.

No tiene que fingir aquí, Malberg. Es obvio que... bueno, que no se habría refugiado en las cocinas si no hubiera algo ahí fuera que la... agobiara —le aseguró con tono conciliador—. No ha interrumpido nada. Yo, como usted, solo buscaba un momento de tranquilidad y un vaso de agua. Así que...

Le sonrió un poco, sintiéndose de repente como un padre consolando a su hija y por eso se le hacía aún más extraño tratarla con tanta formalidad. Era como si estuviese tratando de usted a Savannah, lo más cercano que había tenido a una hija en toda su vida, y... pensar en ella le produjo una punzada de dolor, como si alguien le hubiera clavado una aguja en el centro del pecho.

Carraspeó, avergonzado, y apartó la mirada, alejando también así sus propios pensamientos.

Si usted no dice nada, yo no digo nada, ¿de acuerdo? Y ninguno de los dos hemos huido de la celebración.
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Mensaje por Selene A. Malberg Jue Abr 09, 2020 3:47 pm
Tenemos un trato entonces…—contestó reduciendo el nivel de sonrisa de encantadoramente deslumbrante a tímida y agradecida— Muchas gracias, Capitán…

Giró la cabeza, mirando hacia la puerta por la que fluía un río constante de camareros con bandejas llenas y vacías en dirección a la sala de fiestas de la que ambos habían huido. Dio un trago del vaso de agua antes de aclararse la garganta y volver a mirarlo.

¿Puedo hacerle una pregunta? ¿Dando por hecho que ambos seguimos sin haber escapado de la fiesta y por tanto realmente no se la he hecho?—vamos, le pedía confidencialidad, lo último que necesitaba era que alguien le fuera con el cuento a su padre y acabasen por tener una discusión en la que ella no saldría bien parada— ¿Usted cree que… todo lo que decimos de los magos… del funcionamiento de la sociedad mágica, quiero decir… es cierto?

Y es que ella no recordaba con horror sus años en Hogwarts, y muchas de las cosas que contaban en las entrevistas y actividades promocionales para la guerra no terminaban de cuadrarle con lo que ella recordaba de su propia infancia. Podía ser, como creía su madre, que realmente hubiera sido demasiado niña para darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Pero parte de ella no estaba de acuerdo.

No quiero que me interprete mal, está claro que muchas cosas de esa sociedad estaban mal, sólo… los detalles más… morbosos, quiero decir…—agachó la cabeza y la sacudió ligeramente— Perdone, creo que no sé explicarme…
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Mensaje por Adrian Vaughn Sáb Abr 11, 2020 5:52 pm
Era la segunda vez que lo llamaba por su antiguo título y Adrian se permitió saborear la palabra, consciente de que con su ingreso en el Grupo de Élite ya no era apropiado que siguiera utilizando su rango. Y con él, se iban muchos recuerdos, de una época de su vida que en retrospectiva parecía mucho más apacible y sencilla.

A pesar de que, en su momento, no lo había parecido.

Llámeme Adrian. Ya no soy capitán de nada y... aquí no hay nadie para corregirla. A mí me resulta más... cómodo —le pidió, inseguro de cómo sería recibido. En las esferas en las que se movían, una petición así sería rechazada cortésmente, lo sabía, por el miedo de que el tuteo resultara de mala educación o demasiado cercano.

Pero él no lo hacía por cercanía. Lo hacía porque sentía inapropiado utilizar un título que ya no era suyo, aunque fuera porque lo habían ascendido.

Se apoyó en una de las encimeras, esperando en silencio, y aunque al principio la miraba por inercia al saberse acompañado, pronto se dio cuenta de que eso quizá la haría sentirse incómoda e intentó centrarse en otra cosa. Por eso le sorprendió que volviera a hablarle.

Por supuesto —le respondió con amabilidad. Pero no se esperaba que la conversación se tornara tan seria de repente. En general, nadie habría esperado que Selene Malberg, la niña cartel del esfuerzo muggle en la guerra, tuviera esa clase de dudas, así que tardó en responder, como si tuviera primero que poner sus ideas en orden—. Me temo que... no es exclusivo de los magos. El ser humano es... cruel. Dale poder, y nada le impide cometer atrocidades en nombre de un fanatismo u otro. ¿Y qué hay más poderoso que la magia? Pueden arrebatarle la vida a una persona apuntándole con un trozo de madera y diciendo dos palabras.

Aquello le traía recuerdos que creía que había enterrado hacía muchos años, pero que dolían como el primer día. Como un veneno, reptando justo debajo de la piel.

Si me pregunta, yo no le confiaría ese poder a nadie, ni siquiera a mí mismo. —Suspiró—. Y por eso la sociedad mágica necesita estar vigilada. Nosotros... —Los muggles, en realidad, pero Adrian no podía evitar incluirse—. Nosotros, por ejemplo, no le damos un arma a nadie sin un control, ¿verdad? Es lo mismo. Pero no quieren verlo, porque han gozado durante demasiado tiempo de la libertad de cometer atrocidades sin apenas consecuencias. —Hizo una pequeña pausa, volviendo a mirarla—. ¿A qué se refiere con... detalles morbosos?
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Mensaje por Selene A. Malberg Sáb Abr 11, 2020 8:09 pm
En ese caso… Llámeme Selene, Adrian, por favor—contestó a la petición con otra, y con un ligero tinte coqueto en la voz que no pudo contener, al menos no en ese momento.

Pero todo flirteo que pudiera haber iniciado con esa frase se esfumó al escuchar la respuesta del hombre que tenía en frente. Evidentemente no dejaba de estar de acuerdo con las palabras que decía: la magia era poderosa y peligrosa en manos inapropiadas. Pero no terminaba de resolver la duda que no dejaba de rondarla pese a que intentase expulsarla de su mente.

Bueno… Supongo que habrá oído algunos de los rumores, ¿no? Y… Las últimas campañas que se están moviendo no son precisamente sutiles…—suspiró y apartó la mirada mientras empezaba a enumerar algunos de las atrocidades cometidas por magos que había escuchado en los últimos meses— Cuentan que los magos torturan a los niños si no han tenido una muestra de magia a los 10 años para descubrir si verdaderamente son magos o si son squibs; y que los prisioneros que se liberaron de manos mágicas tras la guerra habían sufrido torturas terribles… Violaciones por parte de centauros… Que les congelaron las manos o los pies y luego… bueno… destruyeron esas partes a golpes… Y muchas cosas similares… Hay quien cuenta que los magos con deudas económicas importantes vendían a sus hijos a los goblins para saldarlas…—tragó saliva y volvió a mirarlo a los ojos— Ninguna de esas historias me… cuadra con lo que recuerdo del colegio, ni con nada que me contasen compañeros de clase. Nadie hablaba de ese tipo de horrores… Y no soy capaz de imaginar que ni siquiera la mitad de esas cosas fueran ciertas… Me cuesta pensarlo…
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Mensaje por Adrian Vaughn Lun Abr 13, 2020 12:04 pm
Su única respuesta fue un leve asentimiento. Se le hacía extraño, pero a fin de cuentas era solo una muchacha. Con padres poderosos, como él lo había sido en algún momento, pero no por ello menos joven e inexperta. Y, como él, inmersa en una guerra de la que no saldría sin cicatrices.

Así que no le extrañaban las dudas, tampoco.

Adrian podía apoyar al gobierno y su postura, pero eso no lo convertía en ciego. Y sabía que muchas de esas habladurías que mencionaba la chica eran propaganda, pequeños eslabones de la campaña de difamación que había lanzado. Una forma muy poco ética de hacer política, en su opinión, pero eficaz; bastaba un rumor, una pequeña chispa, y la gente se encargaba de lo demás, hasta convertirlo justo en lo que querían oír.

Aun así, Adrian creía que parte de ello era verdad. Exagerada, pero verdad. Lo había vivido, a fin de cuentas.

Como creo que ya sabe... yo no provengo de una familia de las que llaman... sangre pura, mis padres eran normales, así que no podría contestarle a eso —¿Pero tan inverosímil le parecía? A él no—. No obstante, si han sido capaces de usar la maldición Cruciatus sobre un niño de catorce años, de lo que sí puedo darle fe... no creo que se pueda caer mucho más bajo.

Hablaba de ello con frialdad, con distancia, como si fueran hechos que pertenecían a la vida de otro. De cierta manera, así era. Hacía mucho tiempo que había dejado de ser esa persona. No quería decir que todavía no le afectase pero...

No hay mucho más que pueda contarle. En mi caso particular... —Paró un momento, como si quisiera hacer memoria, aunque no se trataba de eso. En su momento, cuando había estado yendo a terapia, le habían dicho que era bueno que hablara de ello, en la medida que no se hiciera daño. No sabía, sin embargo, si este era el contexto adecuado o si aquella distancia emocional que imponía hacía más mal que bien—. Yo estaba aislado, así que no podría... decirle si es verdad eso o no, respecto a otros prisioneros, quiero decir. —Suspiró—. Era una niña, Selene, y los niños lo ven todo con otros ojos. Algunas historias serán verdad, otras no; y las que lo sean... probablemente no eran de conocimiento común. No entre niños, supongo, más allá de historias para no dormir.
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Adrian Vaughn
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